Pesos y contrastes

El corazón impreso en la crema del café, luego el regusto amargo en el paladar. Los sacos de arpillera en aparente equilibro. Fiel a la balanza y a los retruécanos buscas el fulcro, el punto de apoyo que te saque de la cafetería medio desierta, para recibir el bofetón del sol inclemente, el espejismo del asfalto, el latigazo de los aires acondicionados de los supermercados, la decibélica música de las tiendas de ropa, hasta llegar al oasis del parque del Carmen y su bóveda vegetal. Buscas un resquicio de banco inmaculado de palominas hasta perderte en la vertical del tronco.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *